NUEVA YORK.- Mariano Rivera, el siempre estelar lanzador apagafuegos de los Yankees de Nueva York, y primer jugador de la historia en ser votado para entrar al Salón de la Fama del béisbol por unanimidad, ofreció recientemente una amena e importante charla a estudiantes del noveno grado y a miembros del equipo de béisbol de la escuela High School George Washington, localizada en el mismo corazón del barrio dominicano Washington Heights, aquí en New York.
Además, profesores, padres de familia e invitados especiales, se dieron cita para disfrutar de este interesante encuentro, celebrado a casa llena en el salón de actos de la escuela High School George Washington, organizado por la Fundación Dominicana de Deportes en Nueva York, Inc, que dirige Daniel Reyes, y contando con el apoyo exclusivo del Hospital NewYork-Presbyterian.
Asimismo, contó con el patrocinio de Cibao Meat Products, National Supermarket Association (NSA), Salcedo Cargo Express. Cafe La Llave. Heath First, Manhattan Mini Storage, Mount Sinai Doctors Urgent Care, Peligro Sports, High Class, El mundo Auto Repear, Domingo Mufflers, Pepsi Cola, Frito Lay.
El estratega se entregó a su público, principalmente a los jóvenes, para contestarles todas sus preguntas, al final, Juan Villar, director de unas de las escuelas alojadas en el amplio edificio, agradeció su presencia y entregó un reconocimiento por su entrega y atención a los niños.
“Cómo te iniciaste en el béisbol, cuáles son tus más grandes logros, qué es lo que te falta por cumplir en el béisbol y te gustaría dirigir un día un equipo de béisbol”, fueron algunas preguntas que los niños y jóvenes le hicieron al panameño Rivera’.
Mariano habló de su origen; nació en Puerto Caimito, un pequeño pueblo de pescadores no muy lejos de Ciudad de Panamá. Desde muy chico, soñó con seguir una carrera deportiva en el medio futbolístico. Sin embargo, una lesión en el tobillo lo obliga a dedicarse a la pesca industrial y a la mecánica, siguiendo el ejemplo de su padre. Pese a su vida profesional decide seguir con el deporte y practica el béisbol en un club de aficionados. Si bien sus jugadas no eran excepcionales, su perfil atlético cautiva el ojo de un cazador de talentos de los Yankees de Nueva York. En 1990, a sus cortos 21 años, firma un contrato con los “Bombarderos” y viaja rumbo a los Estados Unidos.
Con su dominante recta cortada, su especialidad a la hora de lanzar, Rivera dejó un récord histórico de 652 salvamentos en 19 temporadas con los Yankees, además de 42 rescates en playoffs.
Su dominio fue esencial para los Mulos del Bronx, con los que ganó cinco Series Mundiales. Fue seleccionado 13 veces al Juego de las Estrellas y fue electo Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1999 y de la Serie de Campeonato de la Liga Americana de 2003.
“El éxito es el resultado de todo ese trabajo. Vemos el producto final, pero no vimos el comienzo, el desarrollo. Eso es lo que estamos enfatizando, que no fue fácil. Hubo que llorar también para llegar hasta donde hemos llegado”
“Mo”, como también se le conoce en el universo beisbolero, es el segundo pelotero panameño en ingresar al Salón de la Fama después de Rod Carew, que lo hizo en 1991.
Más allá de los valores familiares, el deportista concede un lugar muy importante a los valores cristianos. Para él, gracias a Dios su técnica de juego pudo evolucionar tanto en el transcurso de los años y que él pudo convertirse en el hombre y jugador que es hoy en día. Por esta razón, la primera parte de su discurso se la dedicó a Dios, a quién agradece todo lo que le aportó.
Un estudiante levantó la mano y le cuestionó, ¿Qué tan importante para ti es la integridad familiar? A lo que Rivera respondió: “Es lo más importante, por encima del béisboll”.
Respondió preguntas y dudas a entrenadores de esta escuela, puntualizando su recomendación en: “un niño tiene que disfrutar el béisbol, debe jugarlo como quiera, ellos difícilmente entenderán algunas estrategias, a veces ni los grandes lo entienden; les recomiendo que dejen jugar a los niños, divertirse.
GALERÍA
Sencillo y muy honesto con sus preguntas, accesible a todos los que se animaban a ponerse de pie y a preguntarle, Mariano convivió con este gran grupo de estudiantes por lapso de una hora.
Al final sin ponerle tiempo límite, atendió a todos los que se formaron en busca de una firma o una fotografía, convivió, se tomó ‘selfies’, firmó zapatos, camisetas, gorras y compartió abrazos. “Es muy gratificante el cariño que te ofrecen, una responsabilidad grande y hay que corresponderles con un poquito lo mucho que nos dan como afición”, dijo Rivera.
Asimismo compartió con médicos, enfermeras y todo el personal de la clínica del Hospital NewYork-Presbyterian que está alojada en este reconocido plantel educativo.
De la misma manera, aprovechó para entregarle a una fotografía suya, una pelota firmada a Davina Prabhu, vicepresidenta de NewYork-Presbyterian. También estubo presente Monica Hidalgo, Manager of Community Health and Outreach.